25/02/2022 | Blog
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Primera cita gratis
25/02/2022 | Blog
Las fiestas navideñas son el momento del año en que es más complicado mantener una conducta alimenticia que cuide de nuestra salud bucodental.
No es raro relajarse un poco más de lo deseable en cuanto a los hábitos de higiene dental, sobre todo, entre los más jóvenes; por eso, tras el periodo vacacional, es muy recomendable concertar una cita con el dentista y comprobar que todo está en orden. No descubrimos nada si nos referimos a las reticencias que suele generar esa visita; el imaginario popular es muy fértil en cuanto a tópicos odontológicos, así que no es extraño que al anunciar a los más pequeños de la familia «vamos al dentista», de entrada, no lo celebren con saltos de alegría. ¿Cómo les podemos ayudar a vencer el miedo al dentista?
Ese miedo tiene nombre: odontofobia. Se trata de una reacción irracional muy común entre los adultos. Aún hay quienes al pensar en ello tienen sudores fríos imaginando a un tipo remangado, armado con tenazas, dispuesto a trastearles en la boca sin muchos miramientos. A nadie le apetece eso, aunque la imagen no pueda estar más alejada de la realidad. Desgraciadamente, la odontofobia puede provocar que, al no poner remedio a tiempo a los síntomas que nos alertan sobre el necesario tratamiento bucodental, el problema acabe siendo mucho más grave y costoso de solucionar.
Al final, la visita va a ser inevitable, y lo que todavía mucha gente parece desconocer es que las consultas odontológicas disponen de un amplio abanico de recursos para que su estancia en ellas resulte muy llevadera, incluso cuando se trata de atender a niños y niñas. Los odontólogos pediátricos no solo están preparados para aplicar el tratamiento indicado, sino que además dominan las habilidades necesarias para que sus pacientes estén relajados y entiendan que visitar al dentista es algo natural.
Precisamente, el primer paso para evitar que el miedo al dentista aparezca durante la infancia es normalizar su existencia; es decir, que acudir a la clínica dental sea algo rutinario, como lo es revisarse la vista, por ejemplo. Y en esto, padres y madres pueden hacer mucho, porque lo normal es que el comportamiento de sus hijos tienda a imitar lo que ven y escuchan. Si en casa aprenden que la visita al dentista es algo a temer, sin duda la temerán. Si, en cambio, desde pequeños acompañan a papá o mamá a la consulta, y ven que allí no pasa nada malo, cuando les toque a ellos, no se opondrán.
Es cierto que la boca es un lugar delicado de nuestra anatomía; que un extraño la inspeccione nos hace sentir expuestos e inseguros. Es lógico mostrar cierta resistencia. Además, el miedo a lo desconocido es una respuesta natural de protección. Si el niño va a un sitio que no conoce y no tiene muy claro qué le van a hacer, como mínimo, va a estar alerta. Por eso es tan importante elegir una clínica donde el ambiente sea agradable y de cuyos profesionales tengamos buenas referencias. Aquí, regresamos al punto anterior: si el niño ya la conoce porque ha acompañado anteriormente a sus padres, todo va a ser mucho más sencillo.
Otro aspecto importante, que funciona tanto con los adultos como con los niños, es la prevención. Es decir, no posponer la visita al dentista hasta que el dolor nos obliga. Con los más pequeños, se trata de una premisa fundamental, pues las experiencias negativas de la infancia suelen dejar huella para toda la vida. Lo ideal es que las primeras visitas al dentista consistan en revisiones periódicas, pues no son invasivas y, lo más importante, van a evitar la necesidad de realizar actuaciones más adelante que puedan resultar molestas. Además, de esta manera se propicia un ambiente relajado, en el que conocerse mutuamente y, así, el médico se gane la confianza del niño o niña.
La confianza es un valor muy importante. Un buen profesional la va a transmitir en la forma de relacionarse con su paciente, pero también en cómo actúa. Si el niño percibe que el dentista sabe lo que hace, la inquietud desaparecerá. Y aunque las sensaciones hacen mucho, el conocimiento aporta aún más; por eso, es bueno que el niño sepa qué le van a hacer en la boca, darle la información necesaria a medida que el proceso avanza, solicitar su colaboración y utilizar el refuerzo positivo para que vea que su cooperación es valiosa. Atención: es fundamental no mentirle. “Tranquilo, que no te va a doler” no es una buena promesa si resulta que un poquito de dolor va a ser inevitable.
La mayoría de tratamientos habituales en una revisión odontológica rutinaria no suponen ninguna molestia. Las dificultades se pueden presentar si se detecta la necesidad de una actuación invasiva, como es el caso de la extracción de un diente o una muela. No hay que temer la visita al dentista, como no hay que temer la visita a ningún profesional cuya misión es cuidar de nuestra salud, pero tampoco hay que pretender convencer a la gente de que todos los tratamientos odontológicos son agradables, porque no es cierto.
En esos casos, lo que sí es cierto es que el dentista cuenta con las herramientas adecuadas para minimizar las molestias:
La odontología pediátrica es una de las especialidades de Institutos Odontológicos. Nuestras clínicas dentales cuentan con profesionales preparados para atender a niños y niñas con el cuidado y la atención que merecen.
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