23/12/2022 | Blog
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23/12/2022 | Blog
Llega la Navidad, uno de los momentos más dulces del año, en el que los más golosos disfrutan saboreando turrones, polvorones, mantecados, bombones y delicias variadas de chocolate. Un placer para los sentidos, sin duda, pero ¿son los alimentos navideños un peligro para nuestra salud dental?
En estas fiestas suelen prestarse al consumo de alimentos potencialmente perjudiciales para nuestra salud bucodental. Las reuniones familiares y los encuentros con amigos se prestan a compartir comidas y bebidas con alto contenido en azúcar, y es habitual que descuidemos un poco los hábitos de higiene dental. Es importante que no bajemos la guardia, sobre todo con los más pequeños de la familia y con las personas mayores. Lo más complicado es hallar el equilibrio entre el disfrute sensorial y el bienestar de nuestra dentadura. ¿Es eso posible?
Moderar la ingesta de azúcar es uno de los consejos básicos para cuidar nuestra higiene bucal, pues el azúcar es uno de los nutrientes que favorece la aparición de caries; es decir, esas grietas que se producen en la parte exterior de los dientes, a causa de los ácidos que desprenden los alimentos en descomposición y que, si no se tratan debidamente, pueden afectar al nervio, provocar mucho dolor y acabar desembocando en la pérdida de la pieza dental. Por otro lado, no solo hay que vigilar con los dulces, también las bebidas alcohólicas afectan a nuestros dientes.
En las reuniones sociales en época navideña, los brindis van y vienen, y en el cómputo final de las fiestas no es raro acumular un consumo de bebidas alcohólicas por encima de la media del resto del año. Dando por sentado que el alcohol hay que mantenerlo siempre a raya por su impacto en el organismo, en lo que respecta a la salud bucodental tampoco es un buen aliado.
La mayoría de bebidas alcohólicas contienen mucho azúcar. Y ya sabemos que una boca rica en azúcar es el entorno ideal para que los microorganismos patógenos campen a sus anchas. Las bacterias descomponen los carbohidratos, lo que genera los ácidos que afectan a la integridad del esmalte y, por tanto, la aparición de caries.
A esto hay que sumar que el alcohol disminuye los niveles de PH de la boca a valores inferiores a 4,5, cuando lo recomendable es que se mantengan en el rango entre 5,6 y 7,6. Un PH tan bajo reduce la protección frente a los ácidos de los alimentos y la acción bacteriana.
Además, las bebidas alcohólicas también afectan al flujo salival. La boca se reseca, de modo que desaparece el agente protector y limpiador natural que es la saliva.
Como con todo en la vida, el consumo puntual y moderado, aplicando los hábitos de higiene adecuados, no es un problema. Ahora bien, consumir bebidas alcohólicas con frecuencia no solo favorece la aparición de caries, sino que puede dar lugar a otros problemas, como manchas en los dientes, halitosis, gingivitis y otras afecciones en el tejido periodontal, e incluso, en los casos más extremos, cáncer oral.
Por último, la acción del alcohol también afecta a los implantes, de manera que, ya sean piezas naturales o artificiales, si bebemos alcohol, después no debemos olvidar limpiarnos la boca adecuadamente.
El azúcar es el principal ingrediente de la inmensa mayoría de alimentos navideños, así que, si somos estrictos, lo más plausible para cuidar nuestra boca es no comerlos. Ahora bien, como todo en esta vida, no se trata de abusar, pero tampoco de ir colocando señales de prohibido de forma sistemática, sobre todo a cosas tan ricas como un buen turrón de chocolate. En el término medio se halla la virtud, ¿verdad?
Ingerir alimentos azucarados de forma habitual es muy mala idea desde el punto de vista de la salud bucal. Una boca rica en residuos alimenticios azucarados es el ecosistema soñado por el streptococcus mutans, el microorganismo culpable de la caries. La interacción entre almidones y azúcares presentes en la dieta y en la flora bacteriana de la boca favorece su aparición, aunque hay que decir que en la ecuación también cumple un papel la biología de cada persona, pues las hay más propensas que otras a sufrir caries.
Si de normal hay que poner mucha atención a la salud bucodental en la edad infantil, durante las fiestas navideñas debemos vigilar más. Los dulces y las bebidas azucaradas suelen ser muy tentadores para los más pequeños, pero, aunque estemos de celebración, no hay que descuidar los hábitos de higiene. Para el correcto desarrollo de la dentadura, es fundamental mantener la boca limpia, pues los dientes de leche son más proclives a padecer caries.
Así, es necesario cepillarse después de cada comida con un cepillo y la pasta dentífrica, enriquecida con flúor, adecuados a la edad del niño o niña. También es aconsejable que utilicen enjuague bucal, sobre todo después de haber comido dulces. Los hay específicamente elaborados para uso infantil y, en todo caso, en las visitas periódicas, el odontopediatra podrá hacer recomendaciones específicas para cada niño.
A medida que envejecemos, nuestro cuerpo requiere una mayor atención para mantenerlo en buen estado. La boca no es una excepción. De hecho, es una de las partes del organismo que utilizamos con más intensidad a lo largo de la vida, y si no le hemos dedicado los cuidados que merece, al hacernos mayores lo vamos a echar de menos, pues una buena salud bucodental repercute directamente en nuestro estado de ánimo.
Una mala salud dental probablemente nos va a impedir disfrutar de los dulces navideños, pero si la tenemos buena, hay que aplicar los mismos consejos de higiene que para el resto de personas. Si acaso, con mayor celo aún para continuar disponiendo de una boca plenamente operativa: cepillado tras cada comida; utilizar dentífrico fluorado; en el caso de usar prótesis o de tener implantes, limpiarlos adecuadamente; y, por supuesto, visitar al dentista al menos dos veces al año.
En cualquier caso, no es cuestión de jugar a la ruleta rusa con nuestros dientes; a ninguna boca le va a hacer bien atiborrarse de dulces, ni siquiera en Navidad. ¿Qué hacer entonces para no tener que renunciar al sabor navideño? Fácil: aplicar las medidas de prevención a nuestro alcance. Es decir, mantener unos buenos hábitos de higiene bucal, el principal de los cuales es el cepillado de dientes.
Si se nos van los ojos detrás de los alimentos navideños, la primera medida a adoptar es la contención: aguántate un poco, pues comer ahora un polvorón, ahora un pedazo de turrón, ahora un barquillo, ahora un bombón, va a dificultar el mantener la boca en unos niveles admisibles de azúcares y bacterias.
Porque otra cosa que hay que tener en cuenta es que no debemos cepillarnos los dientes inmediatamente después de comer. Cada vez que ingerimos alimentos azucarados, los ácidos que producen atacan a nuestros dientes durante más de 20 minutos. Ese es el tiempo que nuestra saliva necesita para neutralizar su efecto. Si nos cepillamos antes, lo único que estaremos haciendo es repartir los ácidos por toda la boca y favorecer así su ataque a la dentina.
Conclusión: si los alimentos navideños te resultan irresistibles, concentra su ingesta (siempre moderada) en un momento concreto del día —por ejemplo, después de la comida o la cena—, deja pasar una media hora y cepíllate los dientes, mejor con un dentífrico rico en flúor, y con movimientos circulares, de arriba a abajo, nunca en horizontal (así evitamos esparcir los microorganismos por toda la dentadura).
Importante: recuerda que las fiestas navideñas duran un par de semanas, no doce meses.
Un último (y valioso) consejo es que, tras las fiestas, acudas a una clínica dental para hacerte una revisión que descarte problemas o, si los detecta, aplicar el tratamiento necesario para solucionarlos. En Institutos Odontológicos recibirás una atención personalizada por parte de los mejores profesionales.
Y ahora… a disfrutar de la Navidad.
¡Felices fiestas!
Nota:
Esta información en ningún momento sustituye la valoración de un profesional. Para cualquier consulta, no dudes en pedir tu primera visita gratuita en Institutos Odontológicos.
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